Tras liberar a los prisioneros de las garras de los hititas, a los que ha lanzado justamente contra su propio rey, acusándole de ser un farsante, el Jabato acompaña a los peregrinos y a las muchachas Zoni y Adua hasta las afueras de la ciudad en ruinas, recuperan la sagrada reliquia y el Jabato retrocede sobre sus pasos. Vuelve a la ciudad a robar caballos para atravesar el desierto.
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Tras abandonar la ciudad Hitita, y adentrarse en el desierto, llegan a la selva. La selva de la que nuestros amigos huyeron de los Hombres Leopardo y una selva llena de peligros de todo tipo.
Al poco de adentrarse en la misma nuevos misterios comienzan a suceder.
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