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Después de dejar a los peregrinos, a Adua y a Zoni embarcados en la nave de los desdichados traficantes de marfil, El Jabato volvió sobre sus pasos, internándose en la tenebrosa selva que tanto les había costado cruzar, con el fin de ganar el desierto y, de allí, iniciar el rescate de Taurus, prisionero de los cartagineses.
Pero luego de muchas peripecias, El Jabato fue capturado por los asesinos de los traficantes: los pigmeos de Katanda.
Estos le ataron a lomos de un elefante moribundo, que se internó en la selva... ¿en qué misteriosa dirección?.
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